Las personas que sufren déficit en el control de impulsos pueden sufrir ataques de ira, arrancarse el pelo, llevar a cabo atracones, consumir drogas, etc. Normalmente son conductas autolíticas que una vez las llevan a cabo llegan a sentir cierto alivio respecto al momento inmediatamente anterior, a pesar de que sea una conducta dañina. El trabajo en terapia se centra en el cambio de creencias, enseñar a la persona a reconocer sus emociones y ser capaz de no dejarse llevar por ellas, técnicas de relajación, técnicas de autocontrol y herramientas para la gestión emocional basadas en mindfulness.